martes, 4 de marzo de 2008

Comunicación

Aunque ayer tenía 38 grados de fiebre, decidí forzarme a ver el debate. Sentía algo así como regomello por saber si esta vez iban a proponer algo o si iban a seguir descalificándose, igual que en el primero.
Todos los que lo visteís podeís confirmar que el debate consistió en un diálogo estilo:
-Lo he hecho lo mejor que he podido.
-Usted es malo por que negocia con ETA, está rompiendo España y nos llena de inmigrantes.
Para hacerse una idea lo que fue el debate sólo hay que repetir este diálogo durante dos horas y se tendrá algo parecido.
Sin embargo hay dos ideas que me parecen preocupantes . La primera es la ligereza con la que se tratan ciertos temas. Se habla de las víctimas del terrorismo, de los niveles de la educación en España o de las mujeres maltratadas en virtud de los datos, como si fuera una parte más de la estadística. No importa que detrás de estos datos haya personas. Creo que son temas en los que no se debería poder negociar. Tendría que haber una ley que impidiese jugar politícamente con temas de esta relevancia.
La segunda fue la actitud de los dos oponentes. No era un debate. Al igual que pasó en el primero, cada uno soltaba el discursito que tenía preparado y se dedicaba a mirar el tendido mientras hablaba el otro. Quizá sea un reflejo de la política que sufrimos desde hace años. No hay diálogo entre los partidos, no existe consenso en temas donde debería haberlo. La política consiste en desacreditar a tu oponente.
Me gustaría poder ofrecer una solución, pero ninguna me parece viable. Quizá la mejor opción sería romper el bipartidismo, aunque cualquiera encuentra otro partido en el que confiar. ¿Alguna idea?