martes, 11 de diciembre de 2007

Guerra fría en la cocina.

Hubo un día en que mi vida cambió.
Fue el día en que mis camisetas se convirtieron en camisones. Aquel día en el que entró a formar parte en mi vida lo "ligth" . El momento en que comenzó mi aprendizaje en la cocina "para dos".
El echo de compartir piso implica que aprendes a valorar que cosas son importantes para tí y cuales no. En que estas dispuesto a ceder y en que no.
También implica alegrias inesperadas, cariño constante y que haya alguien que te comprenda con solo levantar una ceja.
Como experiencia os diré que una de las cosas más complicadas es aprender a traducir, a interpretar lo que el otro quiere decir evitando las suposiciones, los malentendidos y buscando siempre la esencia por encima de las forma. Es lo más difícil de la relación por que siempre prefieres reponder con dientes a las uñas en lugar de preocuparte en saber por que esas uñas han salido.
Afortunadamente es un proceso de evolución en el que los dos puntos intentan acercarse ( si no es así, déjalo. La pareja no merece la pena) . Pero mientras dura el proceso, la señorita Harker y yo seguiremos teniendo diariamente nuestra guerra fría en la cocina .

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hubo un día en que mi vida cambió. Fue el día en el que a mi llegada a casa me esperaban en el descansillo en vez de a voces.
Fue el día en el que tenía que dialogar para comprar unas sábanas, unos vasos o papel higiénico. En el que la dictadura de una vida solitaria se transformó en democracia para dos (lo cual no da opción de un voto de desempate).
Fue el día en el que la guerra llegó a la cocina...

Lostnilwen dijo...

Me dais asco (en el peor sentido)...
Alsan, si la señorita le abandona yo le presto mi cocina.

:)